“GUIA DE VIAJE PARA SER
FELIZ EN COSTA RICA”
Un mono aullador comienza a bramar como si estuviera poseído.
El sonido hace eco por toda la selva. Más primates se suman al ritual. Me
entero de que es su manera de anunciar que el amanecer ha llegado al Parque
Nacional Tortuguero, un tesoro natural de Costa Rica, caprichosamente
custodiado por un laberinto de canales acuáticos y el mar Caribe.
Salgo de mi búngalo y una familia de monos está caminando
sobre el techo: el macho por delante, protegiendo a la madre y la cría que
cuelga del brazo de ella. Atrás van tres adolescentes, jalándose su larga cola
y lanzándose guayabas que arrancan de los árboles.
Una cría de boa constrictor enroscada en el barandal de la
terraza me hace desistir de seguir contemplando la escena.
¡Pura vida!
Es lo que hay en Pachira Lodge, un hotelito ecológico al
borde de la laguna, cuyo único acceso es, primero, a través de un vuelo en
avioneta desde San José y, luego, un viaje en lancha que te interna por los
canales hasta llegar al embarcadero del lodge.
Tanta exclusividad tiene su razón: a mediados de la década de
los setenta, los bosques lluviosos de Tortuguero estuvieron a punto de
desaparecer por la tala desmesurada.
¿Qué hubiera sido de los osos perezosos, los basiliscos, los
tucanes y hasta los quetzales que hoy estoy observando sin ayuda de unos
binoculares? Para salvar este santuario, el Gobierno de Costa Rica lo declaró
Parque Nacional.
El verde es vida
A las siete de la mañana inicia el primer recorrido que
organiza el hotel. Debo ser puntual porque la embarcación tiene poco tiempo
para internarnos por los canales. Una de las principales medidas de
conservación es que solo siete lanchas pueden estar circulando por el parque,
cada tres horas.
Entramos por Caño Harol, el canal principal. Erick, el guía,
con un ademán me pide silencio total. “Si puedes aguantar la respiración un
ratico, mucho mejor”, me dice con ese jocoso acento que tiene los ticos.
La embarcación se abre camino entre un jardín acuático de
lirios, habitado por cientos de jacanas. Erick, que también es biólogo, nos
dice que son la evolución del Pterodáctilo. No tiene pinta de dinosaurio, más
bien es como una gallina escuálida de largas patas y plumas cafés.
Al otro lado, un lagarto se desliza lentamente hacia el agua.
Arriba de él hay una verdadera fiesta: los monos tití están brincando de una
rama a otra con tal frenesí, que dejan caer semillas y frutos al agua. Esto
parece molestarle a los congos (monos aulladores), quienes nuevamente lanzan su
bramido y aplacan el escándalo de sus pequeños parientes.
Los manglares crean una red de túneles por donde apenas cabe
la embarcación. Erick apaga el motor de la lancha, me pide cerrar los ojos y
disfrutar de las delicadas gotas de lluvia y el aroma a tierra fresca.
Otro espectáculo está por comenzar: la neblina acaricia suavemente
la copa de los árboles, mientras las cigarras intensifican su canto, atrayendo
una tormenta eléctrica.
Tesoro nacional
El tiempo del paseo por los canales se acaba. La aventura
sigue en Mawamba Park, otro lodge que opera como centro de conservación de
ranas. En Costa Rica habitan 99 de las 135 especies de ranas y sapos que
existen en el mundo.
El hotel tiene su equipo de biólogos que lleva a los turistas
a internarse por el bosque tropical para buscar “blue jeans”.
¡Ni tocarlas!
Para cazar, los indígenas utilizaban el sudor tóxico de estas
ranas. Con la punta de sus flechas acariciaban su cuerpo e inmediatamente
obtenían armas inhibidoras del sistema nervioso. Hemos encontrado una, pero
Erick sugiere que la dejamos descansar.
Más adelante, veo las ranas verdes de ojos rojos. Se aferran
al tallo de los helechos gigantes y, cuando se sienten amenazadas, abren sus
ojos saltones, muestran las patas naranjas y sus costados de color azul y
amarillo brillante.
Ellas conviven con las ranas cristal, cuyos órganos se
observan a través de la piel. También encuentro ranas dardo. No corro peligro
porque su cuerpo es verde con motas negras. Si fuera dorada, entonces podría
estar pasando los últimos minutos de vida. Esta rana es considerada la más
venenosa de la Tierra, con una sola gota de sudor puede matar a 10 humanos.
Para terminar la vista en Mawamba, me voy a la parte trasera
del hotel. Aquí se extiende el mar Caribe, pero no el de agua turquesa, sino de
tonalidad oscura por la cantidad de arena volcánica que se asienta en el fondo.
Esta franja de playa de 35 kilómetros es privilegiada a nivel
mundial: aquí se da el mayor desove de tortugas verde y baula, la especie de
quelonio más grande del mundo. El caparazón alcanza los 1.8 metros de largo y
llega a pesar hasta 400 kilos.
La temporada de arribazón es de junio a octubre. Por las
noches, los turistas tienen la oportunidad de unirse a una cuadrilla de
biólogos para observar la anidación y ayudar a recolectar huevos. Para ello,
deben vestir de negro, no pueden tomar fotos ni pisar la arena con zapatos.
Qué lástima no haber viajado en los meses correctos. Tendré
que conformarme con una cena a la luz de las velas en medio de la selva.
Baño termal bajo la
luna llena
Mi travesía por Costa Rica continúa hacia La Fortuna, al
norte del territorio tico. Para llegar hay que hacer un viaje en autobús de
casi cinco horas. Vale la pena cuando llegas a un poblado flanqueado por el
imponente volcán Arenal, declarado Parque Nacional en 1994.
Sus fumarolas me dan la bienvenida a la cuna del canopy y las
aguas termales. Es casi de noche y el ecolodge Tabacón ya cerró las puertas al
público. Solo sus huéspedes pueden seguir disfrutando de sus termas
escalonadas, rodeadas por una frondosa vegetación.
El cielo está iluminado por la luna llena. No pierdo tiempo y
me pongo el traje de baño. El vapor que emana de las piscinas naturales hace
complicado el ascenso a la primera poza: por estar en la parte más alta es la
más caliente.
No hierve, pero en menos de un minuto los dedos de mis manos
y pies ya están arrugados. A un lado hay una poza de agua fría. El choque de
temperaturas se convierte en un juego.
Las pozas son de origen volcánico. De haberlo sabido antes,
mis rodillas no hubieran sufrido tremendos raspones. Hay secciones donde el
agua se desploma en cascadas y, detrás de ellas, se esconden cuevas en las que
viajero reposa y deja que los minerales nutran la piel.
No recuerdo cuánto tiempo he estado brincando de una poza a
otra, solo sé que esta noche dormiré como bebé y recuperaré fuerzas para
mañana. Un circuito de tirolesas en medio de un bosque de niebla me espera.
¡A volar!
Además del rafting y las cabalgatas a las faldas del volcán
para descubrir su forma cónica, el canopy es una de las actividades estrella
para comenzar el día.
Sky Adventures tiene el mejor circuito: siete tiros elevados
a mil 200 metros sobre la copa de los árboles permiten admirar en todo su
esplendor las lagunas turquesas que rodean el Parque Nacional Volcán Arenal.
Para iniciar el recorrido, me equipan con casco, guantes de
carnaza, rodilleras y coderas. Estoy lista para subirme al teleférico que me
llevará a la plataforma de salida. Una vez enganchada al primer cable, no hay
retorno, así llueva, truene o relampaguee.
En este circuito también se instalaron puentes colgantes de
casi medio kilómetro de longitud que funcionan como miradores. Desde cualquier
punto se observa al Arenal lanzando fumarolas. Su rugido a veces se puede
percibir, al igual que los finos hilos de lava.
Después de dos horas y media de andar volando sobre los
árboles, llego al último cable. Tengo 700 metros de longitud para gritar todo
lo que quiera, pero me quedo callada. Solo en paz es como se contemplan los
tesoros que nos regala la naturaleza.
Al día siguiente saldrá el avión que me regresará a casa.
Volveré sin fobia a las arañas y con una sonrisa enorme por haber visitado uno
de los países más felices del mundo.
GUÍA DEL VIAJERO
QUIÉN TE LLEVA
Avianca tiene vuelos directos desde la Ciudad de México a San
José. Tarifa: desde 11 mil pesos, vuelo redondo. Impuestos incluidos. Tiempo
estimado de vuelo: dos horas. www.avianca.com
La aerolínea Sansa opera los vuelos chárter desde San José a
Tortuguero. Vuelo sencillo: 92 dólares. Tiempo estimado de viaje: 40 minutos.
www.flysansa.com
Dónde dormir
Pachira Lodge ofrece habitaciones sencillas desde 296 dólares
por noche. Incluye todos los alimentos y recorridos por los canales de
Tortuguero. www.pachiralodge.com
Mawamba Park. Habitaciones desde 288 dólares por persona.
Incluye tour de ranas y mariposario. En temporada de tortugas, el costo del
tour matutino es de 25 dólares por persona, en el día, y 50 dólares, por la
noche. Cuenta con guía. www.mawamba.com
Actividades
Aguas termales de Tabacón. Puedes adquirir pases de un día,
con un alimento incluido (comida o cena): 70 dólares por persona.
www.tabacon.com
Canopy. El circuito de siete tirolesas cuesta 81 dólares por
persona. Incluye paseo en teleférico. skyadventures.travel