“EL DRAGON DORMIDO DEL RIO LI”
Un inmenso dragón procedente del mar de China
llegó volando hasta el territorio de Guangxi y quedó prendado del verde de sus
prados y de la belleza del río Li. Allí decidió quedarse para siempre, prendado
e inmóvil. Su silueta acabó formando este conjunto de montículos redondeados y
formas imaginativas que se admiran a lo largo del recorrido entre las ciudades
de Guilin y Yangshuo.
Las voces matutinas y la música penetran en la habitación
del hotel Shuixiu Yueya Banshan, situado en el corazón del parque de las Siete
Estrellas, uno de los lugares más bonitos de Guilin. La ciudad, con cerca de
1,3 millones de habitantes, no tiene la apariencia de una gran metrópoli. Al
contrario, conserva, entre sus grandes espacios verdes, sus dos ríos y cuatro
lagos, el aspecto de una ciudad mediana, eso sí, totalmente dedicada al
turismo. Durante todo el día el parque de las Siete Estrellas se llena de gente
que pasea, hace ejercicio o baila al son de la música tradicional. El Shuixiu
Yueya Banshan tiene una piscina excavada en la roca y su ubicación es realmente
excepcional (quienes se alojan aquí tienen la entrada gratuita al parque).
El pueblo medieval de Daxu
es el lugar perfecto para comprender cómo era la vida en la remota China
interior
Un par de días en Guilin son lo mínimo para recorrer esta
ciudad, atractiva de día y de noche, cuando sus calles se animan y el centro
está a rebosar de puestos callejeros donde probar la gastronomía de Guangxi, en
especial los deliciosos fideos de arroz (Guilin Mifen) o el aderezo picante (o
superpicante) a base de guindillas mezcladas con ajo que se vende en centenares
de puestos. Imprescindible un paseo por la zona peatonal de Zhengyang y el
mercado nocturno, contemplar las aguas tranquilas de los cuatro lagos, de uno
de los cuales, el Shan Hu, emergen las dos pagodas gemelas, Riyue Shuangta (del
Sol y de la Luna), una foto obligada, sobre todo cuando se iluminan al caer la
tarde si se es amante de los decorados un poco kitsch. La
fundación de la ciudad tuvo lugar durante la dinastía Qin, hace 2.000 años, y,
aunque nunca fue ciudad imperial, conserva un valioso patrimonio histórico
enmarcado por las famosas colinas cársticas que atienden a nombres tan
descriptivos como la Media Luna o Trompa del Elefante.
Guilin es la puerta de entrada al paisaje irreal y
maravilloso de la provincia de Guangxi, con sus montañas redondeadas y formas
alucinantes. El viaje hasta Yangshuo siguiendo el curso del río Li debe hacerse
por carretera —el Lijang está actualmente cortado en varios tramos—, aunque hay
pequeños cruceros que recorren el Li en las inmediaciones de Guilin y que
permiten extasiarse con el paisaje. La opción terrestre —son 80 los kilómetros
que separan ambas ciudades— permite además un mayor contacto y conocimiento del
territorio.
Daxu
La primera parada, a 17 kilómetros de Guilin, es el pueblo
medieval de Daxu, perfecto para comprender cómo era la vida en la remota China
interior, aunque la sobreexplotación turística del lugar sobrepasa a veces al
viajero. Perfecto para las compras, sobre todo antiguos objetos de la China
precomunista que han llegado hasta hoy a pesar de la Revolución Cultural. Las
casas desvencijadas de aquellos tiempos esperan restauración y hay en Daxu
iniciativas para recuperar algunas de ellas y convertirlas en hotel boutique.
El Li baña los flancos de Daxu y en el puerto fluvial se alquilan barcas de
bambú para surcar el río y contemplar la belleza del paisaje.
La ruta sigue hacia Yang Di. Lo mejor es hacer el trayecto
en taxi y seguir luego hasta Xing Ping. Una vez allí, hay que embarcarse de
nuevo en una balsita para disfrutar de cerca de fenómenos naturales tan
espectaculares como el acantilado de 100 metros conocido como la Colina Mural,
admirar miles de montículos cársticos y curiosidades como el paraje
inmortalizado en el billete de 20 yuans.
Yangshuo
Encontrar alojamiento en los alrededores de Yangshuo es
fácil; la oferta es muy buena ya que abundan los aficionados al senderismo y a
la escalada. Es muy agradable dormir en pequeños hotelitos que se mimetizan con
el entorno y ofrecen un servicio impecable, como el Yangshuo Tea Cozy, situado
frente al río Yulong.
El Yulong es conocido como el pequeño Li, aunque su longitud
es de 643 kilómetros (y es que, en China, todo es a lo grande). Estamos en una
de las zonas más bonitas de la ruta, la comprendida entre el puente de Yulong
en Baisha Town hasta el árbol Banyan (Da Rongshu en chino). Situado a unos 10
kilómetros al sur de Yangshuo, este árbol fabuloso, una higuera de Bengala con
una altura de 17 metros y de 1.700 años de antigüedad, es una de las visitas
obligadas en el paseo en barca.
Y fin de ruta en Yangshuo, una ciudad pequeña (no un pueblo,
aunque hasta hace poco lo era) y encantadora. Con unos 300.000 habitantes,
posee un centro atractivo en el que destaca la calle del Oeste, con toda suerte
de locales apetitosos donde comer y miles de tiendas para comprar de todo.
Para conocer bien la zona es imprescindible alquilar una
bicicleta o, aún mejor, optar por una moto eléctrica. Lo siguiente es lanzarse
por las pequeñas carreteras para descubrir los recovecos de este tranquilo
paraje, los pueblecitos aislados y hotelitos que se esconden en caminos sin
asfaltar. Hay varias excursiones posibles, una de ellas es la que sube hasta la
montaña de la Luna, con impresionantes vistas en la cima desde donde se observa
el lomo verde del dragón dormido reflejándose en las aguas del río.
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