“¿CUÁL ES EL ORIGEN DE
LAS TRADICIONES NAVIDEÑAS?”
La Navidad es una de las tradiciones más prolongadas en el
tiempo, y también una de las más complejas
Ante una pregunta con la que da pie a este artículo, uno se
siente inclinado a dar por supuesto que la celebración de la Navidad arranca
del propio acontecimiento explícito que celebran: el nacimiento de Jesús de
Nazaret. Sin embargo, ningún estudio ha sido capaz de demostrar fehacientemente
cuándo pudo haber nacido Jesús de Nazaret y, lo que es más inquietante, sigue
sin existir prueba arqueológica que demuestre que la persona a la que
reconocemos con ese nombre existiera, ni antes ni después del año uno de su
propia era. A pesar de la incertidumbre científica, la Navidad es una de las
tradiciones más prolongadas en el tiempo y también una de las más complejas,
incluyendo un extenso calendario de eventos festivos que abarca casi tres
semanas de rituales, costumbres, símbolos, mitos, ceremonias, leyendas,
creencias y convenciones alrededor de las que nos reunimos un tercio de los
terrícolas por lo menos (el equivalente a los dos mil millones de cristianos
que habitan el planeta).
Imagínese la cantidad de variaciones que podríamos hallar
entre las navidades hawaianas, la copta en Egipto o la que celebran los inuit
de Groenlandia con su tradicional kiviak.
Las formas de celebrar la Navidad son tantas como
celebrantes. Si en una familia ya puede ser difícil ponernos de acuerdo sobre
si el besugo es más apropiado que el capón para la cena de Nochebuena,
imagínese la cantidad de variaciones que podríamos hallar entre las navidades
hawaianas, la copta en Egipto o la que celebran los inuit de Groenlandia con su
tradicional kiviak (carne de ave fermentada en el cuerpo de una foca). En la
actualidad, muchas costumbres se han ido mimetizando como efecto de la masiva
presencia de medios de comunicación de masas y la hegemonía cultural de los
países anglosajones en estos medios. Sin embargo, algunas de las tradiciones
navideñas fueron coincidiendo tiempo atrás, como efecto de otros procesos
globales de hegemonía cultural, especialmente la cristianización. En este
sentido hay dos tradiciones que a menudo damos por sentadas pero que tienen
orígenes controvertidos: la fecha misma en la que celebramos la Navidad y su
desconcertante relación con dar regalos. ¿Cuándo surgieron y por qué? ¿Qué
relación existe entre ambas cosas?
El nacimiento de Jesús
y otras celebraciones del 25 de diciembre
Algunos historiadores y muchos paganos contemporáneos
sostienen que las celebraciones que en nuestro calendario coinciden con el
final de diciembre y el principio de enero no tenían su origen en la
celebración cristiana sino, mucho antes, en los cultos agrarios que celebrarían
el solsticio de invierno, que se caracteriza por ser la época en la que los
días comienzan a alargarse de nuevo. Ciertamente, en estas fechas los romanos
celebraban las festividades dedicadas a Saturno, dios del tiempo y la
agricultura, que también incluían el intercambio de regalos y terminaban con la
festividad del Sol Invicto el día 25 de Diciembre. Las saturnales se empezaron
a celebrar al menos cuatro siglos antes de que el culto Sol Invictus adoptara
una cierta autonomía ya con Aureliano en el siglo II d.C. Esta autonomía que el
culto al Sol va ganando sobre el culto a los dioses agrarios tiene interés porque
representa una forma particular de evolución del politeísmo al monoteísmo que
se ha dado numerosas veces en la historia de las religiones antiguas.
Hasta cierto punto, esta tendencia preparaba el advenimiento
del cristianismo imperial romano que prohibiría la festividad del Sol Invictus
y otras muchas mediante el célebre edicto de Tesalónica dictado por Teodosio en
el año 380. Pero ya antes de esa fecha los Padres de la Iglesia habían visto en
el simbolismo del Sol Victorioso una imagen ajustada a su propia visión de
Cristo, centrada en la victoria del Dios resucitado sobre la oscuridad de la
muerte, aunque representado en la imagen de un bebé. Y es que también al Sol
Invictus se le representaba como un bebé. Y también era un bebé el más antiguo
dios resucitado Osiris, hijo de la otra célebre virgen de la antigüedad, Isis,
a la que las primeras imágenes de la Virgen imitan.
Algunos cristianos rechazan esta teoría, pero el catolicismo
romano acepta ampliamente que la fecha de la Navidad es una convención, como
muestra la afirmación de Juan Pablo II: “A los cristianos les pareció lógico y
natural sustituir esa fiesta con la celebración del único y verdadero Sol,
Jesucristo, que vino al mundo para traer a los hombres la luz de la verdad”
(1993, asamblea general 22 de Diciembre). Gracias al cronógrafo de Filócalo
sabemos que al menos desde 336 (con el Papa Julio I) el nacimiento de Jesús se
celebraba el 25 de Diciembre en Roma. En el año 440, el Papa León Magno
estableció esta fecha para la conmemoración de la Natividad y ya en 529 el
emperador Justiniano la declara oficialmente festividad del Imperio.
Sigue sin existir prueba arqueológica que demuestre que la
persona a la que llamamos "Jesús de Nazaret" existiera.
Aquellas iglesias cristianas que no se han regido por los
concilios romanos, como la copta o la siria, celebran el nacimiento de Jesús
coincidiendo con la Epifanía, nuestro día de Reyes, cuando se supone que el
nacimiento de Jesús se da a conocer. Y también hay quien la celebra cuando
simplemente cuando le viene bien, como se decretó en Venezuela en 2013
adelantando la fecha al 1 de noviembre, declarando la festividad nacional de la
“Navidad Temprana”. Sea como sea, nada sabemos de las fechas históricas de
estos hechos celebran, ni sabemos tampoco si tales hechos son uno de los
rumores más exitosos de la historia o realmente aconteció algo parecido.
Los regalos, los Reyes
Magos y Santa Claus
El reparto de regalos es una costumbre asociada
simbólicamente con la prosperidad en diversas culturas. Existe la creencia en
que dar y recibir bienes no es únicamente un acto social o económico, sino que
propicia la abundancia, las cosechas generosas y otros dones posibles, entre
ellos los bienes de salvación que se reciben en la otra vida. La antigua
celebración del Sol Invictus, culminación de unas festividades de origen
agrario, incluían el intercambio recíproco de regalos. La fiesta de la
Natividad que la sustituyó después, tanto si se celebraba el 25 de Diciembre
como si se celebra en la Epifanía de Enero, presenta este mismo rasgo.
Probablemente no existe una continuidad histórica entre ambas costumbres (no se
ha probado), pero es una coincidencia simbólica y estructural que caracteriza a
la Navidad como una época propiciatoria de la abundancia, done la generosidad
se pone en juego, se da y se espera, recíprocamente. Naturalmente, las figuras
que en el cristianismo han representado icónicamente estas ideas son los Reyes
Magos y Santa Claus, pero ambas tienen orígenes muy diferentes.
En el caso de los Reyes Magos, sabemos que su origen es
bíblico. En el capítulo segundo del Evangelio de Mateo se cita a unos magos
desconocidos que se presentaron en Jerusalén preguntado por “el Rey de los
Judíos”. Los ancianos y sacerdotes de Jerusalén los mandaron a Belén de Judea y,
siguiendo una estrella que ya habían avistado desde su Oriente original,
llegaron a Belén y presentaron sus regalos a María. Aunque en distintas épocas
y textos se ha discutido sobre el número de los magos de Oriente, las primeras
representaciones artísticas occidentales los limitan a tres, uno por cada
especie que ofrecen como regalo.
Preocupado porque San Nicolás y sus regalos eclipsaran la
relevancia de Jesús en la celebración de su nacimiento, Lutero sugirió cambiar
el nombre del santo y usar otros para referirnos a la misma figura, y así
aparecieron nombres como “Padre de la Navidad” (Papá Noel)
En el llamado Evangelio de la infancia de Armenia, redactado
hacia el siglo V, se citan por primera vez los nombres de Melkon, Gaspar y
Baldassar, que ya aparecen como reyes de tres lugares distintos (Persia, India
y Arabia) anticipando la diferenciación fenotípica que se mostraría en sus
representaciones hasta la actualidad. La primera constancia del impacto popular
de esta fuente literaria lo encontraríamos en el siglo siguiente, en los
frescos de San Apolinar Nuovo de Rávena, donde los tres magos aparecen llevando
regalos a María y con sus tres nombres escritos sobre la piedra. Así, estas
figuras van estableciéndose en el relato de la Navidad desde muy temprano y
casi al mismo tiempo en que se van decidiendo los detalles de la fecha de la
celebración y de la Epifanía. Si bien es cierto que regalar también formaba
parte de las celebraciones precristianas de las Saturnales y del Sol Invicto,
la Iglesia de Occidente asentada en Roma (no así la de Oriente) prefirió
desvincular la Natividad y los regalos postergando estos últimos a la
celebración de la Epifanía. Algo distinto ocurriría después con la Reforma
Protestante, donde el acto de regalar se representa simbólicamente a través de
Santa Claus.
Las figuras conocidas
como Santa Claus, Papa Noel o Kris Kringle tienen su origen como rememoraciones
del obispo de Myra (en la actual Turquía), San Nicolás, que vivió hacia el
siglo IV y cuya santidad fue reconocida, entre otras cosas, por sus regalos a
las familias pobres de la ciudad. La devoción por el santo se extendió por
Europa ampliamente en la época de las cruzadas por su simbolismo como
evangelizador en tierras infieles y su fiesta estaba asociada a su onomástica,
el 6 de Diciembre, cuando se hizo costumbre hacer regalos a los niños. Durante
la Reforma, sin embargo, tanto Lutero como Enrique VIII optaron por trasladar
la celebración al día de la Natividad, el 25 de diciembre.
Preocupado porque San Nicolás y sus regalos eclipsaran la
relevancia de Jesús en la celebración de su nacimiento, Lutero sugirió cambiar
el nombre del santo y usar otros para referirnos a la misma figura, y así
aparecieron nombres como “Padre de la Navidad” (Papá Noel). La imaginación
romántica y el folclorismo del siglo XIX dotaron después a la figura de las
complejas leyendas que son populares hoy en algunos países. Valga añadir, de
paso, que las ropas rojas de la representación actual de Santa no fueron en
realidad fruto de una exitosa campaña publicitaria de Coca Cola, como se suele
repetir en la actualidad. El color rojo es un color habitualmente asociado a
las representaciones tradicionales de San Nicolás en su calidad de obispo. El
romanticismo y el folclorismo del XIX prefirieron a Santa Claus vestido de
verde por crear un efecto bucólico y paganizante típico de la época, y ello
tuvo un inesperado efecto uniformizador en las representaciones del viejo que
traía regalos a los niños. Se extendió que era viejo, que era gordo, que venía
del Norte (en vez de venir de Turquía) y se generalizó la imagen de un gran
abrigo ribeteado de piel blanca peluda que vino a sustituir a la más
tradicional imagen de un obispo oriental de rojo cardenalicio con su tiara y su
báculo.
El reparto de regalos es una costumbre asociada
simbólicamente con la prosperidad en diversas culturas.
Lo que ambos finalmente tendrían en común es el asunto del
regalo: una sencilla estrategia simbólica a través de la que convertimos el
ritual conmemorativo de la Natividad en una ocasión para propiciar la
prosperidad y la abundancia de cara al ciclo agrario que recomienza tras el
solsticio de invierno. Hoy ya el ciclo agrario no es relevante para la mayoría,
pero nuestros “años económicos” siguen un ritmo bastante similar y festividades
como éstas siguen sirviendo para marcar simbólicamente los calendarios
colectivos alrededor de los que seguimos organizando nuestro tiempo y renovando
nuestras expectativas de prosperidad.