“DESTINO: MACHU PICCHU”
Machu Picchu es un destino que hay que visitar al menos, una
vez en la vida. Además de ser uno de los portales energéticos más importantes
del mundo, el paisaje y la experiencia de caminar -hasta que las piernas no
puedan más- en la altura, con clima tropical, pasando de la lluvia al sol, lo
convierten en un desafío alucinante. Aquí tips para hacer un viaje energético
hacia la ciudad sagrada de los Incas a través de la selva. Un viaje de aventura
para hacer en cinco días inolvidables.
Día 1: Llegar a la
milenaria Cusco
La ciudad de Cusco es un tesoro construido con piedras por
los Incas, que luego los españoles llevaron a su esplendor: la llenaron de
iglesias, plazas y casonas coloniales. Esto sumado a los hoteles de lujo y los
atractivos para viajeros convirtieron la colorida ciudad en un verdadero
imperdible.
A más de 3.399 mil metros de altura el primer gran desafío
para disfrutarla de lleno es no apunarse. Para esto es imprescindible tomar
mucha agua y las pastillas contra el mal del Soroche que se consiguen en
cualquier farmacia. Otra opción es masticar las hojas de coca, que se compran
en cualquier lado en bolsitas o las obsequian en hoteles y en el aeropuerto.
Los grises y marrones de piedra y montaña predominan el
paisaje que se llena de color con los vibrantes tejidos artesanales y la
vestimenta de los lugareños. Literalmente en cualquier lugar se puede probar
comida deliciosa. El Sabor Norteño es un hallazgo de auténtica cocina peruana,
desde el famoso ceviche hasta los tamales merecen la pena en este restaurant
cusqueño.
Para los paladares más sibaritas, Chicha de Gastón Acurio
ofrece la más sofisticada gastronomía peruana, con la tradicional terraza con
vistas a la Plaza del Regocijo.
Por la tarde se puede recorrer los museos de la ciudad y
ruinas de alrededores comprando el boleto turístico de Cusco, que tiene una
validez de un día o 10 días y permite acceder entre otros a los famosos
Sacsayhuaman; Qènqo; Tambomachay y PukaPukaraque, que son una gran antesala de
Machu Picchu.
Día 2: Salida a
Ollaytantambo.
Perú Rail permite viajar desde Ollantaytambo hasta Machu
Picchu en un ferrocarril moderno, rápido y romántico. Otra opción es salir en
bus desde Cusco con una vista panorámica de la ciudad. El tour Inca Jungle
ofrece ascender desde Ollantaytambo hasta una altura de 4350 metros sobre el
nivel del mar y ¡bajar en bici la montaña! El camino asfaltado y las
espectaculares vistas de selva y montaña son razón suficiente para tomar este
desafío. Con el viento en la cara y un poco de vértigo se llega hasta el
poblado de Santa María para comer un increíble lomo saltado y continuar la
travesía.
Día 3
La siguiente parada es Santa Marta, en bus o cruzando la
selva. La opción aventurera incluye una intensa caminata de seis horas que
gratifica solo con la experiencia de meterse en el medio de la jungla cusqueña.
Con una parada para descansar en el refugio Cabaña Lodge, desde donde se pueden
sacar fotos panorámicas y tomar un café caliente o helado, hecho de granos
cosechados en la montaña.
El merecido descanso llega al atardecer, con un baño caliente
en las termas de Cocalmayo, entre el río Uramba y la montaña. Ideal para
relajar el cuerpo y la mente, sumergido en las piscinas termales al aire libre
que son beneficiosas para la piel, músculos y articulaciones.
Día 4: Aguas Calientes
El último trecho para llegar a la ciudad sagrada de Machu
Picchu es la pequeña ciudad de Aguas Calientes. Se puede llegar desde la
estación de Hidroeléctrica en colectivo o en una enérgica caminata de tres
horas, al lado de las vías del ferrocarril, disfrutando la infinita gama de
verdes de la selva e intercambiando miradas y tips con los cientos de viajeros
que realizan el viaje de ida o vuelta.
El plan ideal en Aguas Calientes es comer en una terraza con
vistas a la plaza principal y dormir en un pintoresco hotel como el Inkaterra,
que tiene cabañas con vista al bosque y un exclusivo Spa que nos deja como
nuevos para emprender a la madrugada el viaje a Machu Picchu.
Día 5: Destino Final,
Machu Picchu
Ya sea que subamos en bus (12 dólares el ticket) o en una
caminata ascendente (hasta llegar a los 2450 metros sobre el nivel del mar) lo
ideal es salir a la madrugada para poder disfrutar la salida del sol. El
ingreso a Machu Picchu cuesta 70 dólares y hay que comprarlo de antemano.
Machu Picchu es una ciudad escondida entre las montañas,
donde los Incas iban a descansar y se conserva intacta ya que los
conquistadores no la descubrieron jamás. Para llegar hay que subir –casi hasta
quedarse sin aliento- una infinidad de escaleras donde se unifica la vegetación
de la selva y el bosque de nubes.
Una vez arriba, en la inmensidad del verde, lo ideal es
recorrer el lugar con una guía local que nos ayude a imaginar qué hacían los
Incas en cada ruina, para luego abrir los cinco sentidos y disfrutar del viento
en la piel, del verde y el sol que encandila y mirada desde la cima, donde los
ríos se ven como hilos, pero se escucha el caudal como si se estuviera al lado.
Sentarnos a disfrutar que llegamos a la joya de Perú después de un largo y
energizante camino que por seguro cambió algo dentro nuestro.
Hoteles en Cusco
Para aventureros:
Skylodge Adventure Suites, en Cusco, invita a sus huéspedes a
dormir en una cápsula colgante, a 400 metros de altura.
Para los más chic:
JW Marriott, el convento de San Agustín convertido en un
hotel 5 estrellas en el corazón de Cusco.
Para los minimalistas:
El hostal Cusi Wasi es una opción económica y con una
decoración tradicional.
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