lunes, 11 de septiembre de 2017


“DESTINO: MACHU PICCHU”

Machu Picchu es un destino que hay que visitar al menos, una vez en la vida. Además de ser uno de los portales energéticos más importantes del mundo, el paisaje y la experiencia de caminar -hasta que las piernas no puedan más- en la altura, con clima tropical, pasando de la lluvia al sol, lo convierten en un desafío alucinante. Aquí tips para hacer un viaje energético hacia la ciudad sagrada de los Incas a través de la selva. Un viaje de aventura para hacer en cinco días inolvidables.


Día 1: Llegar a la milenaria Cusco

La ciudad de Cusco es un tesoro construido con piedras por los Incas, que luego los españoles llevaron a su esplendor: la llenaron de iglesias, plazas y casonas coloniales. Esto sumado a los hoteles de lujo y los atractivos para viajeros convirtieron la colorida ciudad en un verdadero imperdible.

A más de 3.399 mil metros de altura el primer gran desafío para disfrutarla de lleno es no apunarse. Para esto es imprescindible tomar mucha agua y las pastillas contra el mal del Soroche que se consiguen en cualquier farmacia. Otra opción es masticar las hojas de coca, que se compran en cualquier lado en bolsitas o las obsequian en hoteles y en el aeropuerto.

Los grises y marrones de piedra y montaña predominan el paisaje que se llena de color con los vibrantes tejidos artesanales y la vestimenta de los lugareños. Literalmente en cualquier lugar se puede probar comida deliciosa. El Sabor Norteño es un hallazgo de auténtica cocina peruana, desde el famoso ceviche hasta los tamales merecen la pena en este restaurant cusqueño.

Para los paladares más sibaritas, Chicha de Gastón Acurio ofrece la más sofisticada gastronomía peruana, con la tradicional terraza con vistas a la Plaza del Regocijo.

Por la tarde se puede recorrer los museos de la ciudad y ruinas de alrededores comprando el boleto turístico de Cusco, que tiene una validez de un día o 10 días y permite acceder entre otros a los famosos Sacsayhuaman; Qènqo; Tambomachay y PukaPukaraque, que son una gran antesala de Machu Picchu.

Día 2: Salida a Ollaytantambo.

Perú Rail permite viajar desde Ollantaytambo hasta Machu Picchu en un ferrocarril moderno, rápido y romántico. Otra opción es salir en bus desde Cusco con una vista panorámica de la ciudad. El tour Inca Jungle ofrece ascender desde Ollantaytambo hasta una altura de 4350 metros sobre el nivel del mar y ¡bajar en bici la montaña! El camino asfaltado y las espectaculares vistas de selva y montaña son razón suficiente para tomar este desafío. Con el viento en la cara y un poco de vértigo se llega hasta el poblado de Santa María para comer un increíble lomo saltado y continuar la travesía.

Día 3

La siguiente parada es Santa Marta, en bus o cruzando la selva. La opción aventurera incluye una intensa caminata de seis horas que gratifica solo con la experiencia de meterse en el medio de la jungla cusqueña. Con una parada para descansar en el refugio Cabaña Lodge, desde donde se pueden sacar fotos panorámicas y tomar un café caliente o helado, hecho de granos cosechados en la montaña.

El merecido descanso llega al atardecer, con un baño caliente en las termas de Cocalmayo, entre el río Uramba y la montaña. Ideal para relajar el cuerpo y la mente, sumergido en las piscinas termales al aire libre que son beneficiosas para la piel, músculos y articulaciones.


Día 4: Aguas Calientes

El último trecho para llegar a la ciudad sagrada de Machu Picchu es la pequeña ciudad de Aguas Calientes. Se puede llegar desde la estación de Hidroeléctrica en colectivo o en una enérgica caminata de tres horas, al lado de las vías del ferrocarril, disfrutando la infinita gama de verdes de la selva e intercambiando miradas y tips con los cientos de viajeros que realizan el viaje de ida o vuelta.

El plan ideal en Aguas Calientes es comer en una terraza con vistas a la plaza principal y dormir en un pintoresco hotel como el Inkaterra, que tiene cabañas con vista al bosque y un exclusivo Spa que nos deja como nuevos para emprender a la madrugada el viaje a Machu Picchu.

Día 5: Destino Final, Machu Picchu

Ya sea que subamos en bus (12 dólares el ticket) o en una caminata ascendente (hasta llegar a los 2450 metros sobre el nivel del mar) lo ideal es salir a la madrugada para poder disfrutar la salida del sol. El ingreso a Machu Picchu cuesta 70 dólares y hay que comprarlo de antemano.

Machu Picchu es una ciudad escondida entre las montañas, donde los Incas iban a descansar y se conserva intacta ya que los conquistadores no la descubrieron jamás. Para llegar hay que subir –casi hasta quedarse sin aliento- una infinidad de escaleras donde se unifica la vegetación de la selva y el bosque de nubes.

Una vez arriba, en la inmensidad del verde, lo ideal es recorrer el lugar con una guía local que nos ayude a imaginar qué hacían los Incas en cada ruina, para luego abrir los cinco sentidos y disfrutar del viento en la piel, del verde y el sol que encandila y mirada desde la cima, donde los ríos se ven como hilos, pero se escucha el caudal como si se estuviera al lado. Sentarnos a disfrutar que llegamos a la joya de Perú después de un largo y energizante camino que por seguro cambió algo dentro nuestro.

Hoteles en Cusco

Para aventureros:

Skylodge Adventure Suites, en Cusco, invita a sus huéspedes a dormir en una cápsula colgante, a 400 metros de altura.

Para los más chic:

JW Marriott, el convento de San Agustín convertido en un hotel 5 estrellas en el corazón de Cusco.

Para los minimalistas:

El hostal Cusi Wasi es una opción económica y con una decoración tradicional.

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