“PAGARIAS POR ERGUIR O
RECLINAR TU ASIENTO EN UN AVION”
Un artículo de la revista The Economist publicó un estudio en
el que se cuestiona a quién pertenecen las 4 pulgadas de espacio entre las
rodillas y la silla del pasajero de adelante, en los cuales la persona de
adelante puede reclinar su silla.
La noción aceptada habitualmente es que ese especio pertenece
a la persona de la silla de adelante, pues, al fin y al cabo, la persona ha
pagado por una silla reclinable. Sin embargo, este gesto puede generar las más
acaloradas —aunque bien disimuladas— disputas entre pasajeros, pues en
ocasiones, la persona de atrás se venga enterrando sus rodillas en el espaldar
de la silla de adelante.
A propósito de esta situación, los profesores de leyes
Christopher Buccafusco and Christopher Jon Sprigman hicieron un experimento,
dándole un valor monetario al derecho a reclinar el asiento y al de evitarlo;
de ese modo, sería posible establecer qué es mayor: ¿si el placer de la persona
de delante de reclinarse o el sufrimiento experimentado por la persona detrás?
Para ello, aplicaron una encuesta en la que pedían a la gente
imaginar que estaban a punto de tomar un vuelo de seis horas de Nueva York a Los Ángeles. El resultado fue que las personas a las que
les gusta reclinarse no dejarían de hacerlo por menos de 41 dólares, pero los
que querían preservar el espacio de sus rodillas, sólo estarían dispuestos a
pagar 18 dólares extra por esa comodidad.
Aun así, Ronald Coase, ganador del Premio Nobel de Economía
en 1991, explica que “el espacio entre los asientos de la aerolínea es un
recurso escaso. Por lo tanto, […]quien valore el espacio más, lo comprará del
otro”.
Sin embargo, cuando los profesores encuestadores invirtieron
la pregunta e hicieron suponer que a los interrogados que ya no habría derecho
automático a reclinarse, sino que las personas tendrían que negociar para
obtenerlo, los valores de las personas repentinamente se invirtieron. De tal
manera que quienes querían reclinarse solamente dispuestos a pagar cerca de $
12; en cambio, los que los que no querían ceder las 4 pulgadas de sus rodillas,
no lo harían por menos de 39 dólares
Al final, los investigadores concluyeron que, para evitar
futuros conflictos, lo mejor no es negociar el derecho de reclinarse o de
mantenerse erguido, pues, de todos modos, siempre habría conflictos, así que
los mejor es que las aerolíneas instalen asientos no reclinables.
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