“VINOS DEL MUNDO: CHILE”
A Chile se lo podría describir como el país que más ama la viña por sus condiciones favorables en cuanto a clima, tierras y ausencia de enfermedades.
Chile es una de las pocas regiones del mundo que tiene vides no injertadas anteriores a la filoxera (64.530 ha), ya que barreras naturales y condiciones climáticas han impedido el desarrollo de esta enfermedad. Por su situación (tipo franja Norte-Sur), comprende climas y tierras tanto de secano como húmedas y de riego, lo que ha dado un abanico de vinos muy marcado por la influencia de las variedades.
Chile ocupa el onceavo lugar de los países productores de vino. Según datos presentados por la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, la producción total de vinos en 2003 fue de 6 400 000 hL, para una superficie de 110 097 ha.
La reducción del consumo interno y la globalización ha significado que la venta de vinos esté principalmente orientada hacia el mercado externo, con una exportación del 50,8% del vino producido. Sin embargo, su mercado interno es cada vez más dinámico y competitivo, lo que determina para los productores un constante desafío.
HISTORIA
LOS INICIOS
La historia del vino en América comenzó con la llegada de los primeros conquistadores españoles, quienes sembraron esquejes de vides a fin de poder elaborar el vino de misa.
En el caso de Chile, se dice que el introductor fue el fraile Francisco de Carabantes quien trajo estacas desde el Perú hasta el puerto de Talcahuano. Desde allí se trasladaron estacas a Santiago donde se plantaron en zonas aledañas a las edificaciones que habían construido los conquistadores.
Desde el punto de vista oficial histórico, el primer viticultor chileno sería Rodrigo de Araya, como consta en el Acta de Fundación del Vino Chileno, descubierta en el Archivo de Indias por el historiador José Toribio Medina.
SIGLO XIX
Las buenas condiciones climáticas permitieron que el cultivo de la vid se extendiera en la parte central de Chile. Pero debieron pasar tres siglos antes que se produjera un vuelco en el desarrollo de la vitivinicultura chilena. Claudio Gay, profesor de la Universidad de Chile, en 1830, y luego el empresario Silvestre Ochagavía, en 1854, importaron cepas francesas como la cabernet sauvignon, la merlot, la pinot noir, la sémillon, la sauvignon blanc y la riesling. De esa forma, se inició la sustitución de las antiguas cepas españolas por cepas nobles francesas y otras que constituyen hoy en día la base de la producción de vinos en Chile.
Poco tiempo después, el mismo Ochagavía volvió a impactar la producción chilena de vinos con la contratación de un enólogo francés, Joseph Bertrand. La idea contagió a otros productores y, a finales de siglo S.XIX, las principales empresas vitivinícolas habían contratado técnicos europeos, franceses en su mayoría.
En 1877 comenzaron las exportaciones de vinos chilenos a Europa, y su calidad fue destacada en las exposiciones de Burdeos (1882), Liverpool (1885) y París (1889).
SIGLO XX
La historia del vino chileno en el siglo XX no fue fácil, sobre todo en el período de 1940 a 1980. Una ley de alcoholes prohibió la plantación de viñedos y los trasplantes de viñas, mientras que la Segunda Guerra Mundial cerraba la puerta de las importaciones, incluyendo las de maquinaria vitícola. Finalmente, la dramática caída del precio interno de la uva a mediados de la década de los setenta afectó seriamente al sector vitivinícola.
La ley que restringía los viñedos fue derogada en 1974. A partir de 1980 la liberalización normativa y la apertura económica del país desencadenan una revolución económica. El sector vitivinícola se equipó con maquinaria moderna, mejoró la tecnología de riego y plantación, incorporó cubas de acero inoxidable y barricas de roble francés, comenzó a utilizar botellas de mejor calidad.
Entre 1982 y 1983 se alcanzó la producción más alta, coincidiendo con una importante reducción en el consumo local. Ambos elementos provocaron una crisis de graves proporciones, con caída de precios y reemplazo de cultivos. Fue justamente en esta época cuando el esquema de familias tradicionales propietarias de grandes viñas comenzó a ser reemplazado por el de grupos económicos o sociedades anónimas, incluso con participación internacional. Esto fue lo que dio el impulso definitivo hacia la modernización del negocio vitícola.
En los años noventa los vinos chilenos consolidaron su presencia en el mercado internacional, con excelentes resultados y un prestigio bien ganado. Las exportaciones a Europa, Estados Unidos y Asia, han crecido cada año. Actualmente los vinos chilenos se exportan a más de 100 países en cinco continentes.
REGIONES VITICOLAS:
COQUIMBO: VALLE DE LIMARI y VALLE DE ELQUI
El Valle de Elqui es uno de los paisajes naturales más hermosos de Chile. El fértil Valle de Elqui secciona la precordillera, cadena montañosa semiárida con apariencia muy cercana a un desierto. Aquí las condiciones climáticas para el cultivo de la uva son magníficas: Un valle bien ventilado y seco, ya que las precipitaciones anuales llegan solo a los 130 mm. Además cuenta con un sistema de riego integrado y suelos ricos en nutrientes y capaces de almacenar agua. En el Valle de Elqui se asientan las destilerías que producen el Pisco Chileno, un destilado de uva moscatel que constituye la bebida nacional de los chilenos.
En los años 90 se descubrió que el Valle del Limarí era apropiado para el cultivo de cepas nobles. Posee condiciones climáticas y suelos similares a los del Valle del Elqui. Su viñedo abarca casi 1.700 hectáreas, de las cuales cerca del 50% están sembradas con cabernet sauvignon. Es una de las regiones vitícolas emergentes de Chile. Actualmente existen bastantes proyectos para desarrollar su producción vinícola.
VALLE DE ACONCAGUA
A unos 100 kilómetros al norte de Santiago pasa el río Aconcagua, a través del Valle Central en su recorrido desde cordillera hasta el mar.
El Valle de Aconcagua ofrece condiciones climatológicas ideales para el cultivo de la vid, con días calurosos y noches frescas y húmedas. Los suelos son arenosos y guijarrosos, con sedimentos fluviales ricos en minerales y materia orgánica. La producción de vino comenzó alrededor de 1870 y se cultivan diversas variedades como la cabernet sauvignon, la merlot, la cabernet franc y la syrah. A pesar de que su superficie cultivada apenas sobrepasa el 10%, el syrah es considerado el vino emblemático del Valle de Aconcagua.
VALLE DE CASABLANCA
El Valle de Casablanca se extiende entre los Andes y la cordillera de la Costa, a unos 80 kilómetros de Santiago. La cercanía del mar influye en su clima que es húmedo y con nieblas matinales.
Sus suelos son muy arcillosos y ricos en minerales disgregados procedentes de las nieves derretidas de la Cordillera de los Andes. El valle ofrece las condiciones ideales para una lenta maduración de la uva, lo que permite conservar el sabor y aroma intenso de las cepas blancas. Por este motivo, cerca del 75% de los cultivos son destinados a la cepa chardonnay. En el Valle de Casablanca también se cultivan la sauvignon blanc, la pinot noir y la merlot. La cepa riesling, que en Chile se encuentra muy raramente, también crece aquí. En total, la superficie plantada alcanza las 4.000 hectáreas.
El Valle de Casablanca comenzó a ser explotado a comienzos de los años ochenta, cuando el enólogo Pablo Morandé comparó sus suelos arcillosos y su clima húmedo con las condiciones climatológicas que conoció en los viñedos de California. Hoy en día, junto a la producción de vinos de exportación de alta calidad coexisten los primeros proyectos chilenos para la producción de vinos orgánicos.
VALLE DEL MAIPO
En el Valle del Maipo, cerca de Santiago de Chile, tuvo sus inicios la producción del vino chileno. Actualmente, esta región vitícola sigue siendo la más conocida de Chile. En este valle se elaboran los vinos de exportación más exitosos y aquí se han marcado los hitos principales de la historia del vino chileno: A partir de 1555, año en que la primera producción del país fue certificada con documento oficial, pasando por la introducción de cepas nobles francesas en 1854, hasta el redescubrimiento de la cepa carménère, que se creía extinguida, en 1994.
El clima en el Valle del Maipo es estable, con veranos cálidos y secos e inviernos cortos y suaves. Los días son calurosos, las noches frescas, siendo el diferencial de temperatura entre día y noche considerable. Sólo en las zonas altas del valle caen a veces heladas. Gracias a estas condiciones del valle, las cepas tintas –que requieren de mayor insolación- maduran aquí de la mejor forma. De ahí que de las 10.000 hectáreas cultivadas aproximadamente, el 80% están destinadas para el cultivo de cepas tintas (cabernet sauvignon, merlot, carménère, syrah, cabernet franc y malbec). En las 2.000 hectáreas restantes se cultiva las clásicas cepas blancas chardonnay, sauvignon blanc y semillón.
Los suelos son ricos en minerales, arenoso-arcillosos, y de buena permeabilidad. El riego se realiza básicamente a través de canales que transportan las aguas procedentes del derretimiento de las nieves. El riego por goteo es muy poco utilizado.
En el Valle del Maipo están asentadas las grandes viñas tradicionales de Chile, que tienen aquí sus sedes principales, aunque éstas se expanden cada vez más a otras regiones.
VALLE DE RAPEL
En el Valle de Rapel, a unos 100 kilómetros al sur de Santiago, se encuentran dos de las regiones vitícolas chilenas más prestigiosas y reconocidas a nivel internacional. Se trata del Valle Cachapoal, con el río del mismo nombre, al sur de Rancagua, así como del Valle Colchagua, el cual es irrigado por el río Tinguiririca.
Esta región se caracteriza por poseer el típico clima mediterráneo del valle central chileno: veranos calurosos, inviernos templados y un gran diferencial de temperatura entre el día y la noche. La existencia de diversos microclimas, influenciados por la cercanía al mar o a las montañas, permite que se den las condiciones necesarias para el cultivo de diferentes cepas.
Sus suelos son por naturaleza ricos en minerales, están depositados en capas arenosas, y con influencia de cal y piedras en algunos lugares. Debido a estas características casi todas las cepas crecen aquí magníficamente, ya sea chardonnay, sauvignon blanc, merlot, cabernet sauvignon, syrah, carménère o malbec. De éstas, la merlot y la carménère han alcanzado una fama especial, a pesar de ser las menos productivas y cultivadas de la región.
El Valle de Cachapoal y, dentro de éste, las áreas más altas cercanas a la cordillera llamadas Alto Cachapoal han sido el destino preferido de inversores franceses y amantes del vino en los últimos años. Es así como conocidos enólogos y viticultores de Burdeos, Alsacia y el Valle del Loira se asociaron con antiguos viticultores chilenos para fundar bodegas y producir vinos tintos de alta calidad. La ruta del vino en Alto Cachapoal está bien desarrollada y a sus costados se erigen conocidas viñas, tales como Altaïr, Morandé, Anakena, Misiones de Rengo o Château Los Boldos.
Valle Colchagua
El valle fluvial del Tinguiririca posee las mismas condiciones climáticas que el vecino Valle Cachapoal: temperaturas mediterráneas, viñedos protegidos y con buena insolación, suelos arcillosos y ricos en minerales. Esta región vinícola se hizo conocida internacionalmente gracias a la elaboración de vinos de alta calidad; el patrimonio cultural chileno; las costumbres típicas; así como la excelente oferta en el sector del turismo del vino.
VALLE DE CURICÓ
El Valle de Curicó, a unos 220 kilómetros de la capital Santiago, es una de las regiones vitícolas más meridionales de Chile. Su clima es mediterráneo moderado, con días calurosos en el verano y noches frías y húmedas. En el invierno, bajo la influencia de la zona de alta presión del Pacífico, se producen precipitaciones de aproximadamente 720 mm anuales, siendo una región claramente más lluviosa que el Valle de Rapel.
Sus suelos son planos, erosionados, ricos en minerales y con buena permeabilidad. En las zonas más altas predominan la arena y las piedras. Numerosos canales de regadío cruzan la zona, alimentados por los ríos Teno y Lontué. En esta zona se encuentra la superficie de cultivo de cepas blancas más grande de Chile.
El Valle de Curicó alberga actualmente cerca de 18.000 hectáreas de viñedos. Aquí se cultivan la cabernet sauvignon, la sauvignon blanc, la merlot y la chardonnay.
El inicio de la producción vitícola se remonta a los tiempos de la familia Correa Albano, que en 1851 introdujo cepas nobles francesas. En esta región, en las cercanías de la pequeña ciudad de Molina, se encuentra la segunda bodega más grande del país, “Viña San Pedro”.
El Valle de Curicó fue también escenario de una de las modernizaciones tecnológicas más grandes de la industria vitícola chilena: a comienzo de los años ochenta, el enólogo español Miguel Torres almacenó, por primera vez, vino en estanques de acero inoxidable, siendo éste el punto de partida de una modernización sin precedentes en el sector vitícola de Chile.
VALLE DEL MAULE
El Valle del Maule está situado a unos 260 kilómetros de Santiago y es la única región vitícola, junto al Valle del Maipo, que reclama el título de “Cuna del Vino Chileno”. En efecto, la producción de vino en este frío valle fluvial -ubicado entre los Andes y la cordillera de la Costa- se remonta a la época en que los conquistadores españoles se asentaron en Chile. Ya en el siglo XVI se cultivaba en esta región la uva del país. Aún hoy en día, de las cerca de 31.000 hectáreas cultivadas en el Valle del Maule -que es la superficie cultivada conjunta más grande de Chile- se destinan 8.500 hectáreas a la uva roja del país.
El Valle del Maule se caracteriza por un clima mediterráneo fresco, con inviernos lluviosos, y suelos ácidos y arcillosos, que si bien tienden a reducir la productividad, también aumentan la calidad de las uvas. Se cultivan todas las grandes variedades blancas y tintas. La cercanía a los ríos también influye en el vino, siendo más afrutados aquellos que nacen de cepas cultivadas en las cercanías de las aguas, que aquellos vinos de uvas provenientes de las laderas.
Respecto a los productos de la zona, el carménère es considerado el vino típico de la región. Incluso existe un evento propio dedicado a esta variedad: “La Noche del Carménère”, que se celebra el segundo sábado del mes de noviembre (en medio de la primavera chilena). Otra gran fiesta es la que se realiza en la “Villa Cultural Huilquelemu”, organizada por todas las bodegas importantes de la región, en la que se entrega el “Premio al Mejor Carménère del Año”.
VALLE DE ITATA
A 50 kilómetros al este de Concepción está situado el Valle de Itata, una de las zonas vinícolas tradicionales de Chile. Tradicionalmente, esta región ha producido vinos de mesa simples. Sin embargo, los últimos años, también se han comenzado a producir vinos de alta calidad.
La superficie cultivada de la región es de unas 10.000 hectáreas destinadas a cepas rústicas, como la del país y la moscatel. Adicionalmente, en los últimos años se dedicaron unas 1.000 hectáreas al cultivo de la chardonnay y la cabernet sauvignon.
El Valle de Itata está atravesado por los ríos Itata y Ñuble. Su clima se caracteriza por ser bastante fresco y con mucho viento durante el verano, así como lluvioso en invierno. Sus suelos son arenosos y ricos en minerales, lo que se traduce en una alta productividad. Extensas superficies de bosques se alternan con los viñedos ubicados en las abrigadas pendientes entre los Andes y la cordillera de la Costa.
La tradición del vino está siendo fomentada desde el año 2003 a través de un programa de gobierno, con el objetivo de reactivarla. La tradición se remonta a los tiempos de la conquista española, cuando se producían vinos para el consumo de todo el reino. En aquel entonces, dichos vinos fueron considerados los mejores del territorio. Con la introducción de las cepas nobles europeas y el intenso cultivo en zonas más cálidas, el Valle de Itata cayó en el olvido. Hoy en día, algunas bodegas innovadoras y orientadas hacia una producción de calidad intentan reavivar la región.
VALLE DEL BIO BIO
Marca la frontera más austral de las zonas vitícolas chilenas. Esta región se ubica a lo largo del río Bío Bío, a unos 500 kilómetros de Santiago. En este valle, como en el vecino Valle de Itata, se cultivan desde hace cientos de años las cepas rústicas uva del país y moscatel para la producción de vinos de mesa. Por lo tanto, aún hoy en día, la producción masiva de vinos simples representa la base de las actividades vitivinícolas a las orillas del Bío Bío. Sin embargo, en base a la buena experiencia en Itata y Limarí, diferentes bodegas están trabajando en la producción de vinos de alta calidad.
El clima es frío y con mucho viento en las cercanías del Bío Bío. Incluso en verano sus precipitaciones alcanzan los 1.100 mm anuales. Sus suelos son arenosos y pedregosos y los depósitos orgánicos fluviales lo hacen fértil y productivo. Estas condiciones favorecen el cultivo de cepas nobles, ya que éstas necesitan un período de maduración largo. El resultado son vinos frescos y con acidez, generalmente elaborados a base de sauvignon blanc, pinot noir, riesling y chardonnay.
VALLE DE SAN ANTONIO
A una hora en automóvil desde Santiago, en las cercanías del Pacífico, se encuentra una de las regiones vitícolas más nuevas de Chile: El Valle de San Antonio. Desde hace apenas diez años se elaboran aquí vinos de alta calidad, con creciente éxito. Entre ellos destacan elegantes sauvignon blancs, chardonnays y los pinot noirs. Sus suelos son muy variados, arcillosos y secos, y su clima está fuertemente influenciado por el mar.
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