miércoles, 1 de agosto de 2018


“¿QUÉ VISITAR EN PARÍS EN 3 DÍAS?”


París siempre es un destino mágico, ideal para visitar en cualquier momento del año. Sin embargo, las numerosas atracciones turísticas de la capital francesa nos pueden privar, en ciertas ocasiones, de organizar un viaje corto y organizado, en el que tengan cabida sus principales highlights. Es por ello que la ruta trazada en este artículo debe realizarse con tranquilidad y permitirse el deleite de otros muchos detalles (esos edificios haussmanianos, la elegancia de sus cafés o los míticos bulevares) a la hora de saber qué visitar en París en 3 días.



Día 1: De Notre Dame a Torre Eiffel


Nos dirigimos a Île de la Cite (sea a pie o en metro mediante la línea 4). Esta "Isla de la Ciudad" es una de las principales arterias y sede de uno de los obligados de Paris: la catedral de Notre Dame, la mayor representante del estilo gótico en la ciudad y principal inspiración de la obra de Victor Hugo, "Nuestra Señora de París". La catedral se sitúa en plena isla, a orillas de un río Sena que rebosa de tenderetes artísticos y zonas verdes.



Pocos después nos dejaremos caer por la ribera del Sena mediante alguno de los tramos que permiten descubrir iconos como el Pont Neuf (el puente más antiguo de Paris) o quizás aprovechar para un pic nic en Le Jardin du Galant Vert (lugar de retiro del rey Enrique VI). Desde allí veremos cruzar los famosos bateaux mouches y al incorporarnos podremos colgar un candado (para los enamorados) en Pont des Arts, hasta continuar el curso del río y detenernos en el mítico Museo Louvre.


Este museo, concebido como fortaleza y posteriormente lugar donde los grandes reyes acumulaban sus obras de arte fue liberado al público tras la Revolución Francesa. Si accedemos desde el Sena, encontraremos la plaza que rinde tributo a Luis XV y cuyo segundo acceso nos permitirá alcanzar la famosa Pirámide del Louvre, diseñada por I.M. Pei en 1989 y principal entrada al museo. Una fusión entre modernismo y arquitectura clásica, cuya plaza nos descubre los Jardines de Tullerías, diseñados por Le Notre y colmado de una vegetación asimétrica. A la izquierda encontramos el Museo de Orsay (de carácter más impresionista) y que, junto al Louvre, pueden ocupar otro día de nuestro viaje.



Si continuamos a través de los Jardines de Tullerías nos detendremos en la Plaza de la Concordia, antiguo epicentro de las guillotinas y ceremonias sangrientas, ornamentados hoy en día con fuentes doradas y el obelisco de Luxor, regalo del gobernador egipcio Mehemet Ali al país en 1930 y objeto de numerosas leyendas.


A partir de aquí entramos en otro paraíso: el de las compras, a lo largo de la Avenida de los Campos Elíseos, la cual vibra de bullicio y tiendas que van desde Louis Vuitton hasta Renault. Y allí, al final descubrimos el impresionante Arco del Triunfo, cuyo acceso subterráneo permite incluso ascender al mirador superior para deleitarnos con las vistas del centro de la ciudad. Como curiosidad, cabe remarcar que este Arco del Triunfo fue construido por Napoleón tras su victoria en las Guerras Prusianas.



Desde el Arco del Triunfo podemos continuar por la Avenida Kleber hasta alcanzar Trocadero y, ¿qué nos atiende alli? La mejor vista de la Torre Eiffel sobre los Campos de Martes, tan elegante e icónica que nos darán ganas de hacer las colas (kilométricas) para subir hasta su máxima planta. Y es que, ¿quién iba a pensar en 1889 (año de su construcción) que una torre vista con los malos ojos de la época terminaría convirtiéndose en el mayor símbolo de Francia?

La ruta, a pesar de parecer algo extensa, puede realizarse en un sólo día, permitiendo otros dos más tranquilos centrados en otro de los dos grandes highlights de Paris: Montmarte y Versalles. Ante las dudas en torno a ciertos detalles de la ruta, desde aquí podréis descubrirla paso a paso.

Día 2: El bohemio Montmarte


Tras un circuito por el corazón de París durante el primer día, nos vamos hacia el norte de la ciudad, concretamente a Montmartre, barrio que gira en torno a la llamada Butte (colina) y cuyo acceso más directo es a través de la línea 2 de subte con parada en Blanche. Y cual será vuestra sorpresa al abandonar la estación de subte y encontrar frente a nuestros ojos el inimitable Moulin Rouge, cuna del cabaret, can can y bohemia francesa desde su apertura en 1889. Un lugar cuya contemplación desde el exterior invita a degustar una cena espectáculo que ronda los 180 euros.



Desde el Moulin Rouge ascendemos en dirección a la colina, pudiendo visitar a nuestro paso el mítico Café Deux Moulins de la cinta Amelie (donde un simple café puede costar 7 euros) en la calle Rue Lepic, y continuando por esta hasta el Moulin de la Galette, un molino no tan conocido como su vecino el rojo pero que se mantiene imponente sobre una colina electrificada. La historia de este molino va desde el origen panadero de su familia hasta su posterior acondicionamiento como café con jardines durante la gloriosa Belle Epoque.



Siguiendo la Rue Lepic tenemos la posibilidad de acceder directamente al famoso Sacré Coeur mediante el funicular o bordear la colina para descubrir otros curiosos aspectos de la bohemia del barrio. A través de la Rue de Seules encontramos antiguos cabarets como La Maison Rose o Au Lapin Agile (donde aún siguen celebrándose suntuosas fiestas nocturnas donde se sirve el típico licor de cereza); los viñedos supervivientes del distrito (Montmarte comenzó a ser conocido por sus vinos) y que celebra su particular fiesta en octubre.



A través de estos highlights que componen la época más dorada de la ciudad del amor ascendemos a la Butte desde su parte trasera, recalando en un laberinto de calles colmadas de souvenirs y bares hasta llegar a la Place du Tertre, donde aún muchos pintores dibujan caricaturas a los turistas. Y desde allí podemos verlo hasta aproximarnos lentamente: es el Sacré Coeur (Sagrado Corazón).


Esta basílica de elegantes cúpulas bizantinas se inauguró en 1914 como homenaje a las víctimas de la Guerra Francoprusiana, albergando un interior de rosetones majestuosos, curiosos rincones y (en ocasiones) un excesivo interés por el negocio turístico. Pero sin duda, uno de los grandes obligados que aporta el Sacre Coeur son sus vistas desde la cima de la Butte, perfecta para aderezar con alguno de los muchos artistas que vagan por las inmediaciones y cantan al atardecer.



Día 3: Palacio de Versalles


El tercer día de nuestra estancia por París ocupará uno de los grandes highlights de Paris: el Palacio de Versalles. Si es nuestra primera vez conviene tomar el bus Versailles Express que parte de la misma Torre Eiffel, ya que la comuna de Versalles se encuentra a casi una hora al oeste. Otro medio (y más económico para llegar) es mediante el RER C destino Versailles Rive Gauche.



El Palacio de Versalles es uno de los grandes complejos monárquicos de Europa, construido entre 1661 y 1692 por el arquitecto André Le Nôtre y bajo las órdenes de Luis XIV quien, harto de la ciudad, decidió trasladarse a la campiña para disfrutar de la caza y una estancia más apacible. Su capricho constituye un paraíso concienzudamente simétrico, empezando por sus jardines de árboles recortados, sus esculturas griegas o la gran alberca que conduce hasta el castillo, cuyo interior nos transporta a otra época a través de sus lámparas, tapices o dependencias como la Sala de los Espejos. Al otro lado de los jardines encontramos la residencia de María Antonieta, los Palacios de Trianon y jardines como los anglo-chinos y franceses.



Las opciones de entrada a Versalles se dividen en tres tipos: una entrada global que incluye todas las dependencias por 18 euros (25 si pretendemos visitarlo en dos días) y que incluye sus espectaculares fuentes de colores entre abril y octubre; entrada al Dominio de María Antonieta y los Palacios de Trianon por 10 euros, o el ticket para el Palacio por 15 euros.



Como alternativa a Versalles, los amantes de estos complejos monumentales pueden visitar el complejo Chantilly, mediante la línea de RER B.


París es una ciudad cuya visita puede llevarnos varios días si tenemos en cuenta zonas como Montparnasse, Bastilla o Barrio Latino, obligados para las familias como Disneyland París o el arte de su gastronomía en numerosos restaurantes y las galerías de sus museos.



Una ciudad exquisita que puede ser perfectamente visitada si aplicamos la esencia de este particular tour, el cual nos llevará a todos esos rincones icónicos y que, como recordaré nuevamente, merecen ser descubiertos con dedicación y el disfrute de cada uno de sus calculados detalles.


¿Cuál es tu lugar favorito de París?

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