“¿QUÉ VISITAR EN PARÍS EN 3 DÍAS?”
París siempre es un destino mágico,
ideal para visitar en cualquier momento del año. Sin embargo, las numerosas
atracciones turísticas de la capital francesa nos pueden privar, en ciertas
ocasiones, de organizar un viaje corto y organizado, en el que tengan cabida
sus principales highlights. Es por ello que la ruta trazada en este artículo
debe realizarse con tranquilidad y permitirse el deleite de otros muchos
detalles (esos edificios haussmanianos, la elegancia de sus cafés o los míticos
bulevares) a la hora de saber qué visitar en París en 3 días.
Día 1: De Notre Dame a Torre Eiffel
Nos dirigimos a Île de la Cite (sea a
pie o en metro mediante la línea 4). Esta "Isla de la Ciudad" es una
de las principales arterias y sede de uno de los obligados de Paris: la
catedral de Notre Dame, la mayor representante del estilo gótico en la ciudad y
principal inspiración de la obra de Victor Hugo, "Nuestra Señora de París".
La catedral se sitúa en plena isla, a orillas de un río Sena que rebosa de
tenderetes artísticos y zonas verdes.
Pocos después nos dejaremos caer por
la ribera del Sena mediante alguno de los tramos que permiten descubrir iconos
como el Pont Neuf (el puente más antiguo de Paris) o quizás aprovechar para un
pic nic en Le Jardin du Galant Vert (lugar de retiro del rey Enrique VI). Desde
allí veremos cruzar los famosos bateaux mouches y al incorporarnos podremos
colgar un candado (para los enamorados) en Pont des Arts, hasta continuar el
curso del río y detenernos en el mítico Museo Louvre.
Este museo, concebido como fortaleza
y posteriormente lugar donde los grandes reyes acumulaban sus obras de arte fue
liberado al público tras la Revolución Francesa. Si accedemos desde el Sena,
encontraremos la plaza que rinde tributo a Luis XV y cuyo segundo acceso nos
permitirá alcanzar la famosa Pirámide del Louvre, diseñada por I.M. Pei en 1989
y principal entrada al museo. Una fusión entre modernismo y arquitectura
clásica, cuya plaza nos descubre los Jardines de Tullerías, diseñados por Le
Notre y colmado de una vegetación asimétrica. A la izquierda encontramos el
Museo de Orsay (de carácter más impresionista) y que, junto al Louvre, pueden
ocupar otro día de nuestro viaje.
Si continuamos a través de los
Jardines de Tullerías nos detendremos en la Plaza de la Concordia, antiguo
epicentro de las guillotinas y ceremonias sangrientas, ornamentados hoy en día
con fuentes doradas y el obelisco de Luxor, regalo del gobernador egipcio
Mehemet Ali al país en 1930 y objeto de numerosas leyendas.
A partir de aquí entramos en otro
paraíso: el de las compras, a lo largo de la Avenida de los Campos Elíseos, la
cual vibra de bullicio y tiendas que van desde Louis Vuitton hasta Renault. Y allí,
al final descubrimos el impresionante Arco del Triunfo, cuyo acceso subterráneo
permite incluso ascender al mirador superior para deleitarnos con las vistas
del centro de la ciudad. Como curiosidad, cabe remarcar que este Arco del
Triunfo fue construido por Napoleón tras su victoria en las Guerras Prusianas.
Desde el Arco del Triunfo podemos
continuar por la Avenida Kleber hasta alcanzar Trocadero y, ¿qué nos atiende
alli? La mejor vista de la Torre Eiffel sobre los Campos de Martes, tan
elegante e icónica que nos darán ganas de hacer las colas (kilométricas) para
subir hasta su máxima planta. Y es que, ¿quién iba a pensar en 1889 (año de su
construcción) que una torre vista con los malos ojos de la época terminaría
convirtiéndose en el mayor símbolo de Francia?
La ruta, a pesar de parecer algo
extensa, puede realizarse en un sólo día, permitiendo otros dos más tranquilos
centrados en otro de los dos grandes highlights de Paris: Montmarte y
Versalles. Ante las dudas en torno a ciertos detalles de la ruta, desde aquí
podréis descubrirla paso a paso.
Día 2: El bohemio Montmarte
Tras un circuito por el corazón de
París durante el primer día, nos vamos hacia el norte de la ciudad,
concretamente a Montmartre, barrio que gira en torno a la llamada Butte (colina)
y cuyo acceso más directo es a través de la línea 2 de subte con parada en
Blanche. Y cual será vuestra sorpresa al abandonar la estación de subte y
encontrar frente a nuestros ojos el inimitable Moulin Rouge, cuna del cabaret,
can can y bohemia francesa desde su apertura en 1889. Un lugar cuya
contemplación desde el exterior invita a degustar una cena espectáculo que
ronda los 180 euros.
Desde el Moulin Rouge ascendemos en
dirección a la colina, pudiendo visitar a nuestro paso el mítico Café Deux Moulins
de la cinta Amelie (donde un simple café puede costar 7 euros) en la calle Rue
Lepic, y continuando por esta hasta el Moulin de la Galette, un molino no tan
conocido como su vecino el rojo pero que se mantiene imponente sobre una colina
electrificada. La historia de este molino va desde el origen panadero de su
familia hasta su posterior acondicionamiento como café con jardines durante la
gloriosa Belle Epoque.
Siguiendo la Rue Lepic tenemos la
posibilidad de acceder directamente al famoso Sacré Coeur mediante el funicular
o bordear la colina para descubrir otros curiosos aspectos de la bohemia del
barrio. A través de la Rue de Seules encontramos antiguos cabarets como La
Maison Rose o Au Lapin Agile (donde aún siguen celebrándose suntuosas fiestas nocturnas
donde se sirve el típico licor de cereza); los viñedos supervivientes del
distrito (Montmarte comenzó a ser conocido por sus vinos) y que celebra su
particular fiesta en octubre.
A través de estos highlights que
componen la época más dorada de la ciudad del amor ascendemos a la Butte desde
su parte trasera, recalando en un laberinto de calles colmadas de souvenirs y
bares hasta llegar a la Place du Tertre, donde aún muchos pintores dibujan
caricaturas a los turistas. Y desde allí podemos verlo hasta aproximarnos
lentamente: es el Sacré Coeur (Sagrado Corazón).
Esta basílica de elegantes cúpulas
bizantinas se inauguró en 1914 como homenaje a las víctimas de la Guerra
Francoprusiana, albergando un interior de rosetones majestuosos, curiosos
rincones y (en ocasiones) un excesivo interés por el negocio turístico. Pero
sin duda, uno de los grandes obligados que aporta el Sacre Coeur son sus vistas
desde la cima de la Butte, perfecta para aderezar con alguno de los muchos
artistas que vagan por las inmediaciones y cantan al atardecer.
Día 3: Palacio de Versalles
El tercer día de nuestra estancia por
París ocupará uno de los grandes highlights de Paris: el Palacio de Versalles.
Si es nuestra primera vez conviene tomar el bus Versailles Express que parte de
la misma Torre Eiffel, ya que la comuna de Versalles se encuentra a casi una
hora al oeste. Otro medio (y más económico para llegar) es mediante el RER C
destino Versailles Rive Gauche.
El Palacio de Versalles es uno de los
grandes complejos monárquicos de Europa, construido entre 1661 y 1692 por el
arquitecto André Le Nôtre y bajo las órdenes de Luis XIV quien, harto de la
ciudad, decidió trasladarse a la campiña para disfrutar de la caza y una
estancia más apacible. Su capricho constituye un paraíso concienzudamente
simétrico, empezando por sus jardines de árboles recortados, sus esculturas
griegas o la gran alberca que conduce hasta el castillo, cuyo interior nos
transporta a otra época a través de sus lámparas, tapices o dependencias como
la Sala de los Espejos. Al otro lado de los jardines encontramos la residencia
de María Antonieta, los Palacios de Trianon y jardines como los anglo-chinos y
franceses.
Las opciones de entrada a Versalles
se dividen en tres tipos: una entrada global que incluye todas las dependencias
por 18 euros (25 si pretendemos visitarlo en dos días) y que incluye sus
espectaculares fuentes de colores entre abril y octubre; entrada al Dominio de
María Antonieta y los Palacios de Trianon por 10 euros, o el ticket para el
Palacio por 15 euros.
Como alternativa a Versalles, los
amantes de estos complejos monumentales pueden visitar el complejo Chantilly,
mediante la línea de RER B.
París es una ciudad cuya visita puede
llevarnos varios días si tenemos en cuenta zonas como Montparnasse, Bastilla o
Barrio Latino, obligados para las familias como Disneyland París o el arte de
su gastronomía en numerosos restaurantes y las galerías de sus museos.
Una ciudad exquisita que puede ser
perfectamente visitada si aplicamos la esencia de este particular tour, el cual
nos llevará a todos esos rincones icónicos y que, como recordaré nuevamente,
merecen ser descubiertos con dedicación y el disfrute de cada uno de sus
calculados detalles.
¿Cuál es tu lugar favorito de París?
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